Forjado a fuego

Presentación

Las ideas de sus proyectos asoman a su cabeza mientras camina por los rincones y pasillos de la cárcel, entorno que limita su libertad.

Casi todo lo que viene a su mente lo plasma de manera esquemática, en sus papeles que colecciona en sus bolsillos mientras toma de vuelta el camino que lo conduce a su taller del módulo. No conoce si esas ideas y notas cobrarán vida hasta conformar su propia mente.

Serán botellas vacías, un pedazo de cartón, alambre, corcho o quizás, si tiene suerte, un trozo de madera pérdido, los materiales que utilice en sus obras. Mezcla de entusiasmo, emociones y mucho humor al hablar de sus personajes y paisajes, con sutíl imaginación, sugiere al espectador historias, personajes transformados en retablos y figuras inspiradas por su creatividad.

El proceso interno de sus obras en un ambiente carcelario, mezclan ciencia, verdad y religión. Posee su dosis de artesano y humorista, pero igualmente, es un vanguardista.

Son estas las atormentadas expresiones de un ARTISTA.

Jugando con la soledad.

Dos vidas por delante.

En boca cerrada…

Manual de seducción.

Obra, la de Roberto, difícil de catalogar, de cerrar como Art Brut, Outsider, Arte Efímero, etc. Arte, el de Roberto, singular.

Particularidad de una obra realizada en prisión. Privado de libertad.

Los otros mundos posibles de Roberto Fernández, por Evaristo Bellotti

La existencia de seres que cumplan específicamente las notas que separan al ser hablante de la animalidad perdida, es condición sin la que no puede hablarse de hechos humanos. Lo que hace al ser humano distinto es lo que muy precisamente pierde el animal sin remedio. Si se niega lo específico de la especie humana se cancela la soberanía del ser humano y, si esta cancelación prosperase, no habría obras de arte porque no hay obras a medias o en parte, como no hay o habrá seres medio humanos o medio máquinas que puedan hacerlas.

Al encuentro personal con Roberto Fernández le precedió el acceso a unas obras que me obligaron a pensar arte antes de conceder o no la categoría «obra de arte» a unos objetos que Roberto estaba produciendo mientras vivía privado de libertad. También conviene decir que un profesional las declaraba «no aptas». ¿Por qué razón? Quizá viera peligrar la categoría «Arte», su propio estatuto de especialista o un criterio dado. (Aunque se negó a explicarse). Por suerte, la calificación «no apto», que por una ley desconocida casi siempre recibe la irrupción del artista que llega para decir algo nuevo, no pudo interponerse entre las obras de Roberto Fernández y un receptor social sensible a lo humano, en este caso el Foro de Psicoanálisis de Madrid, donde ya se ha expuesto buena parte de esta obra.

Las principales herramientas de Roberto son la asociación libre de ideas, la palabra materializada y el poder de los objetos. Herramientas ciertamente peligrosas en manos de una cabeza que no cesa de elaborar los asuntos que le importan de verdad. Este «de verdad» significa que en su hacer no precede el arte a la vida ni viceversa, de manera que vida y profesión se intrincan en un marasmo que es vital y necesario para Roberto: «Todo está en mi cabeza».

La asociación libre de ideas es mero inconsciente en acción, fuente de materia bruta, flujo de ideas que manan en forma de conexiones impensables. Sorpresa.

La segunda cabeza de la hidra son las palabras en ebullición, palabras que se liberan de las ideas que representan, de sus significados inmediatos, palabras materializadas que materializan lo que para Roberto es vital decir en corto y a golpe de conciencia. Lucidez.

La tercera cabeza de la hidra son los objetos. La hiperinflación de objetos que disfrutamos y padecemos por igual puede tratarse como una apoteosis de la abundancia y, a la inversa, críticamente. Lo que Roberto Fernández ve en los objetos son los moldes invisibles, los moldes desechados, lo inservible de los objetos. Y es esta parte invisible, negativa, la que re-positiva en un tercer objeto que ya es una cosa que cobra sentidos no previstos, sentidos que Roberto no dicta, encuentra, tal como Picasso nos enseñó. Encuentro.

Una obra estándar de Roberto Fernández es una cosa que nos sorprende porque no se nos hubiera ocurrido pensarla así, porque lleva una leyenda que rasga el sentido de las palabras y nos sorprende por su lucidez. Y finalmente porque el encuentro con el objeto inédito nos habla de otros mundos posibles.

Economato.

No es un juego.

Sobrevivir.

Alcohol.

Vida.

Sólo la razón.

Valor añadido.

Exposición.

Juegos de mesa.

El tiburón terrestre.

Camino.

Comisión de organización

  • Evaristo Bellotti
  • Gloria Fernández de Loaysa
  • Sol García
  • Antonio Heredia
  • M.ª Luisa de la Oliva
  • Félix Recio
  • Pilar Rodríguez Collell
  • Carmelo Sierra

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